En India más de 10 millones de niños viven solos en la calle, sin protección familiar o social alguna. Víctimas de enfermedades, desnutrición y de mafias de trata de personas, que aprovechan las dificultades de los gobiernos para dotar a los niños de una identidad para su explotación laboral, sexual, tráfico de órganos y drogas, lo que provoca trastornos psicológicos y que aboca a los niños a la adicción, mendicidad, delincuencia y analfabetismo.
Estos menores llegan a la estación de trenes de Surat procedentes de otros estados empobrecidos de India, la mayoría de ellos sin familias o procedentes de un entorno desestructurado o sin recursos sin posibilidad de que nadie pueda hacerse cargo de ellos. Por eso terminan viviendo en las calles y utilizan los trenes como medio de desplazamiento dentro del país.